Donde habitan

Siluetas ufanas desaparecen en el ombligo ampuloso de la noche… mis vivencias; vuelvo a creer, a crecer como un niño alimentado de ausencias, que reúne a las soledades de los años, para anunciarles la caída de un imperio; se acabó, el niño se ha hecho hombre y entre sus hombros no caben sistemas ambiguos que lo perjudiquen…

Anunciar el viento de lo que frecuento de la voz aquella;

Donde habitan

Y acertar al desechar las que provocan pena, pero ay si yo pudiera, llevando unas, no arrastrar aquellas…

Y el niño reseco, con la piel de anciano, a la madre seca, besos de manteca, para que la vieja estire los labios, le diga al oído, lo que le ha traído, del campo del sueño…

Y en camas redondas, duras o muy blandas, recostadas almas se van a hacer peces, que en el mar parecen, unos ríen, crecen, otros ya han tenido el cuerpo rendido al propio fluido de la propia muerte.

La ligereza del amor que se abandona como quien se despoja de su vestido a la luz de la carne…

Los ratos de papel se desvanecen a cada palabra…